¿Cómo es tu dia ideal?

Resulta cuando menos curioso ver que muchos de nosotros pensamos que queremos vivir o experimentar determinadas situaciones, pero normalmente no las ponemos en contexto, es decir, aparte de ser deseos aislados, no se tiene un plan o una estrategia para hacerlas realidad. Simplemente se quedan en frases del estilo «si pudiera, iría / compraría / tendría / aprendería…»

Sin embargo, si dedicamos el tiempo necesario a plasmar estos deseos en un plan concreto que pueda dar lugar a acciones realizables, de repente esos deseos de «algún día» se transforman en una realidad alcanzable.

Una buena pregunta para comenzar es: ¿Cómo es tu día ideal?, que puede interpretarse como: qué cosas te gustaría hacer en un día en el que todo fuera tal como tu quieres? Antes de responder: «me gustaría no hacer nada» o «dejar de preocuparme», ten en cuenta que así el primer impulso sea el de «liberarse» de aquellas cosas que no nos gusta hacer o que hacemos por obligación o necesidad, hay otras actividades que nos motivan, nos hacen sentir felices y sobre todo, nos dan la posibilidad de crear y de paso, poder cambiar la realidad en la que vivimos.

Una vez aclarado lo anterior, prepara papel y lápiz e imagina cómo sería el día perfecto: qué harías al levantarte? Qué comerías? Cómo gestionarías tu tiempo? A qué lo dedicarías? Cuantas horas te gustaría dormir y estar despierto? Donde te gustaría estar? Con quien te gustaría compartir este día ideal? Incluso puedes hacer un horario de actividades, si quieres.

Una vez terminado, revísalo y ve punto por punto. Comprueba que todo aquello que has escrito se ajusta a tus deseos. A veces el impulso hace que pongamos cosas que en realidad no queremos hacer de manera regular, o que se limitan a un experiencia que es difícil que se repita. Déjalas a un lado por el momento. Lo importante es crear una guía de aquellas actividades que te gustaría repetir normalmente porque las disfrutas o te aportan lo que busques: tranquilidad, alegría, plenitud, etc.

Ya tienes tu lista. El siguiente paso es preguntarte cómo convertirla en tu realidad diaria. Puede que necesites eliminar o cambiar ciertos hábitos, ver las cosas de otra manera, replantearte compromisos o relaciones o incluso cambiar de trabajo o ciudad. Pregúntate qué estás dispuesto o dispuesta a hacer para hacerla posible. ¿Qué si vale la pena? Imagina tu vida como una sucesión de días ideales. Suena bien, verdad?

La palabra prohibida

Por esta época en la que reina la confusión y la incertidumbre, muchas personas se han dado cuenta poco a poco que el estilo de vida que se venía llevando hasta ahora no proporcionaba satisfacción más allá del momento en el que complacíamos esos impulsos de consumo y desenfreno, para después retornar, de manera cada vez más veloz, a ese vacío perenne al que tanto se teme. Como consecuencia, hay cada vez mayor demanda de una perspectiva diferente y que no se base únicamente en lo material para encontrar alguna respuesta satisfactoria.

Sin embargo, cuando se menciona la palabra «espiritualidad» o «espíritu», los potentes rezagos de la educación judeo-cristiana que la mayoría de nosotros ha recibido, generan un rechazo casi automático, porque asociamos este término con «religión», «dogma» o «la ley del karma». Nada más lejos de la verdad. Si bien es cierto que esta expresión se ha asociado tradicionalmente con aquello incorpóreo perteneciente a una entidad superior, es importante tener en cuenta que va más allá de cualquier vínculo a un movimiento o corriente de pensamiento en particular y se refiere más bien a la capacidad que tenemos de conectar con toda la energía y la vida que nos rodea.

La espiritualidad necesita de «mantenimiento», porque es aquello que mantiene la coherencia necesaria para entender y sobre todo, sentir el pulso del mundo en el que vivimos. Así como alimentamos y aseamos nuestro cuerpo, es importante cuidar de nuestra espiritualidad a través del silencio, la meditación, el cultivo de aficiones que nos reconcilien con nosotros mismos y el entorno y sobre todo, mediante el contacto con otras personas que compartan los mismos intereses.

La espiritualidad no es una simple palabra: es la definición de nuestro enlace con el planeta y todo lo que en el habita. Es esa antena que nos permite percibir la vida y apreciar toda su extraordinaria complejidad y belleza.