No ceder a la lluvia

Comenzamos la semana con una traducción libre de un poema japonés de Kenji Miyazawa que habla sobre las cualidades de quien es leal a si mismo y persigue la realización personal, incluyendo a aquellos quienes le rodean, a través de una vida sencilla, gratificante y alegre, concentrándose en los pequeños placeres de la existencia.

 

No ceder a la lluvia
No ceder ante el viento
No ceder a la nieve o el verano con su cálido aliento
con un cuerpo fuerte
incólume ante el deseo
sin perder nunca la calma
cultivando un alegre sosiego
cada día 4 cuencos de arroz
miso y algo de vegetales para comer
en todo
me pongo en el último sitio y dejo a los demás pasar 
observando, escuchando, comprendiendo
y nunca olvidando
en la sombra de los bosques de pinos de los campos
habitando una humilde choza
si hay un niño enfermo hacia el este
voy a cuidarle y calmarle
si hay una madre cansada hacia el oeste
voy a apoyar su saco de arroz en mi hombro
Si hay alguien en su lecho de muerte hacia el sur
voy y le susurro que no hay nada que temer
si hay un pleito o una discusión hacia el norte
voy y les digo que no vale la pena discutir
cuando hay sequía, derramo lágrimas de simpatía
cuando el verano es frio, vagando molesto
llamado un don nadie por todos
sin ser alabado
sin ser culpado
en alguien así
quiero convertirme 

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雨ニモマケズ
風ニモマケズ
雪ニモ夏ノ暑サニモマケヌ
丈夫ナカラダヲモチ
慾ハナク
決シテ瞋ラズ
イツモシヅカニワラッテイル
一日ニ玄米四合ト
味噌ト少シノ野菜ヲタベ
アラユルコトヲ
ジブンヲカンジョウニ入レズニ
ヨクミキキシワカリ
ソシテワスレズ
野原ノ松ノ林ノ蔭ノ
小サナ萱ブキノ小屋ニイテ
東ニ病気ノ子供アレバ
行ッテ看病シテヤリ
西ニツカレタ母アレバ
行ッテソノ稲ノ束ヲ負ヒ
南ニ死ニソウナ人アレバ
行ッテコワガラナクテモイイトイイ
北ニケンカヤソショウガアレバ
ツマラナイカラヤメロトイイ
ヒデリノトキハナミダヲナガシ
サムサノナツハオロオロアルキ
ミンナニデクノボウトヨバレ
ホメラレモセズ
クニモサレズ
ソウイウモノニ
ワタシハナリタイ

Objetivos, Persistencia y Aburrimiento

Muchas veces nos encontramos con unos deseos enormes de emprender un camino nuevo, sea para modificar nuestro físico, ampliar o cultivar nuestro intelecto o simplemente, porque nos sentimos cansados o sin energía, y decidimos hacer algo al respecto. Ahora es más fácil que nunca encontrar todo tipo de información sobre cómo, cuando y donde hacer lo que necesitamos para alcanzar la meta que nos hemos propuesto.

Sin embargo, al poco tiempo de haber comenzado, la voluntad comienza a flaquear, hasta que poco a poco el aburrimiento hace acto de presencia, y dejamos lo que hemos emprendido para volver a nuestro viejos patrones, sintiéndonos frustrados y con aún menos ganas de volver a intentarlo. Esto aplica para cualquier tipo de actividad que pretenda reconfigurar nuestras redes neuronales para crear nuevos hábitos: dietas, aprender un idioma, hacer ejercicio, etc.

Mucho se ha escrito sobre la procrastinación (el aplazar lo que nos asusta o no queremos hacer indefinidamente), la mejor manera de adquirir disciplina, el comenzar dando un pequeño paso y otro sinfín de técnicas que atacan uno u otro aspecto del problema, sin llegar a solucionarlo del todo.

Desde nuestro punto de vista, esta falta de atención y disciplina (o como quiera que se llame), mina la persistencia hasta el punto de hacernos muy vulnerables a cualquier tipo de distracción como una válvula de escape para disminuir la resistencia que nuestros viejos caminos neuronales oponen a cualquier tentativa de cambio o mejora. En otras palabras, el entorno hiperconectado que ha creado la necesidad de estar comunicados en tiempo real para reducir la sensación de aislamiento y soledad, ha hecho que no podamos centrarnos en una actividad concreta durante mucho tiempo, ante la «urgencia» de obtener información que creemos «vital» para nuestra supervivencia o para continuar manteniendo nuestro status dentro del grupo o grupos a los que pertenecemos.

Les propongo un experimento: ¿qué pasaría si durante unos días escogieran las actividades que quieren realizar y se comprometieran a dejar las distracciones a un lado? Por ejemplo, programar los días con un número finito de actividades y no consultar los medios de «distracción» habituales (internet, televisión, radio, prensa, etc.) si no es estrictamente necesario para completar las actividades que nos hemos planteado. La idea es concentrarnos por completo en las actividades que hayamos escogido de antemano, impidiendo que el exceso de información nos saque del «estado de flujo» que pretendemos crear.

Si aparecen signos de aburrimiento, muy probablemente serán síntomas del «síndrome de abstinencia» de información. Cómo lidiar con ello? Simplemente realizamos otra de las actividades que hemos elegido, sin salirnos del «programa», observando cuando, cómo y donde aparece la sensación de ansiedad o hastío. Con esto podremos identificar cual es el patrón subyacente y evitarlo o gestionarlo adecuadamente cuando ocurra, sabiendo que podemos cambiar de actividad siempre y cuando la siguiente opción se encuentre en nuestra lista.

¿En qué crees?

Es curioso ver cómo cada día nos levantamos y emprendemos la «marcha» sin apenas pensar en la razón intrínseca de por qué hacemos lo que hacemos. Si dejamos de lado el factor de satisfacer las necesidades básicas (techo, alimentación y vestido), y analizamos detenidamente todas y cada una de nuestras actividades con lupa, es muy posible que nos llevemos una sorpresa: la mayoría de las actividades que emprendemos son costumbres heredadas o aprendidas sin que nos demos cuenta.

«Claro!», dirán algunos/as, «es la única manera de poder emprender una nueva actividad!», lo cual es cierto, sin embargo, ¿donde queda nuestro gusto original? ¿La llamada pasión, ese deseo indescriptible de realizar algún trabajo o actividad artística? ¿Se aprende o ya lo llevamos con nosotros? Lo más probable es que en la sociedad actual, donde no hay tiempo para reflexionar ni «pararse a pensar», la primera opción sea la más obvia. Sin embargo, en las condiciones adecuadas, ¿surgirá el deseo innato de hacer algo en concreto, sin que hayamos sido expuestos de ninguna manera a estímulos que nos hagan pensar que eso es lo que queremos?

Es una pregunta de difícil respuesta. De todas formas, el ser capaces de poder discernir lo que es «moda» o «lo que hay que hacer» de nuestros gustos verdaderos es un trabajo interesante aunque complejo. El descubrir lo que realmente nos mueve y nos hace vibrar, haciéndonos olvidar de todo lo demás y que experimentemos la sensación que el tiempo se detiene, es lo que de verdad es propio y nuestro. Puede que se parezca a lo que hacen muchas otras personas, pero casi siempre tendrá un toque personal único e irrepetible que lo hará plenamente propio.

Para terminar, un buen punto de partida, aunque suene paradójico, es preguntarse si todo lo que haces, dices o te gusta es tuyo o lo has «adoptado» sin darte cuenta: expresiones, programas de televisión, tipo de música, material de lectura, hábitos deportivos y de alimentación… El comenzar a cuestionarlo todo es la puerta de entrada para un profundo auto-conocimiento que puede llevarnos a la libertad: esa situación donde podemos elegir sin miedo ni condicionantes de ningún tipo. ¿Te atreves?