Los peligros de la meditación

Al parecer, desde hace unos años la meditación «está de moda». Muchas personas hablan de sus beneficios y de lo saludable que puede ser una práctica regular. Sin embargo, es bueno tener en cuenta algunas consideraciones para evitar que algo que en sí es recomendable y productivo, se convierta en un problema serio de salud o mental.

Como sabemos, la meditación es la práctica de la atención consciente hacia la respiración, un objeto externo o hacia la propia presencia de la persona que medita. Durante este proceso, el meditador experimenta una sensación de calma a nivel físico y mental que va aumentando en intensidad a medida que tiene más experiencia. A nivel cerebral, hay una mayor producción de ondas theta, que están asociadas a situaciones de profunda concentración, pero también a estados depresivos crónicos.

Por esta razón, la práctica de la meditación no está recomendada a personas que padecen algún trastorno depresivo, porque en muchas ocasiones puede empeorar los síntomas. Para quienes presentan este tipo de dolencia es recomendable practicar actividades que induzcan al cerebro a generar ondas beta, tales como el deporte, leer, escuchar música, entablar conversaciones, pasear y en general, tareas que exijan un grado alto de atención.

Por último, la meditación, como cualquier otra actividad, debe practicarse con mesura. Al meditador que se está introduciendo en la práctica, puede dedicar de 1 a 5 minutos al día hasta cuando se sienta cómodo en esos periodos y pueda ir aumentando gradualmente la duración de los mismos, hasta llegar a los 30 minutos por sesión, que no deberían sobrepasar las dos por día. De esta manera el cuerpo y el cerebro podrán irse adaptando paulatinamente al nuevo estado sin mayores riesgos o complicaciones.

Qué hacemos en Henkan Coaching

Si bien es cierto que en nuestra web puedes ver a qué nos dedicamos, hoy queremos ir un poco más allá y explicar nuestra filosofía y experiencia para ofrecer esta alternativa de vida y alto rendimiento.

Partimos de un supuesto muy sencillo: cuando una persona considera necesario buscar algún tipo de acompañamiento o ayuda para salir de una situación que le produce incomodidad, alcanzar un objetivo que se le resiste o simplemente cambiar algún aspecto de su vida, normalmente se encuentra, en alguna medida, en lo que nosotros denominamos «estado de alarma», es decir, ese obstáculo o meta que quiere alcanzar puede estar alterando su funcionamiento normal a nivel físico y/o mental.

Expliquémoslo con un ejemplo: una persona se acerca a nosotros porque enfrenta una situación delicada a nivel familiar, con continuas peleas, problemas y malos entendidos que han hecho que la relación con los miembros de su familia se haga cada vez más difícil, y no sabe cómo gestionarlo. Desde nuestro punto de vista, de nada sirve decirle que «todo saldrá bien» o que la situación «es parte normal de los acontecimientos de la vida» y que se «concentre en que todo pasará», si la persona se encuentra alterada, no puede dormir bien, sus ciclos y horarios de alimentación se encuentran alterados (come mucho o muy poco) y en general se encuentra desequilibrada a nivel físico, por lo que el primer paso es estabilizarle en este plano, que es el que «más a mano tiene», para proceder luego a trabajar la molestia en si.

La «Dinámica Física» consiste precisamente en devolver el balance natural al cuerpo, permitiéndole descansar, nutrirse y experimentar un estado de tranquilidad adecuado que constituirá la base para el trabajo emocional y mental necesario para reducir la molestia que le trajo hasta nosotros, a través de técnicas sencillas y fácilmente incorporables a la rutina de cualquier persona.

Cuando la persona ha vuelto a descansar, sus niveles de nutrición y regeneración celular son los adecuados y puede ver la situación con mayor objetividad al encontrarse más tranquila, comenzamos a trabajar con la «Dinámica Mental«, que consiste en descubrir donde se encuentra la molestia y trabajar sobre ella para reducir sus efectos sobre el individuo, de tal manera que pueda gestionarla y manejarla sin que ocasione trastornos importantes en su vida cotidiana.

Este método ha sido probado y comprobado en múltiples ocasiones, con excelentes resultados en periodos de tiempo claramente definidos. Nuestro objetivo es que la persona que se entrene con nosotros pueda, con los conocimientos que adquiere, gestionar las situaciones que le ocasionan ansiedad, estrés o cualquier desequilibrio similar, de manera eficaz.

Por otra parte, si la situación no es de carácter emocional sino profesional, como por ejemplo un ascenso inminente, la entrada a un nuevo mercado o empresa o la realización de una prueba o competición de gran importancia, aplicamos el mismo método con algunas variantes para adaptarlo al entorno en el que se encuentre la persona o grupo que quiera ser entrenado y afrontar la situación en cuestión con garantías de éxito.

Es importante mencionar que si la persona que acude a nosotros se encuentra en un buen estado a nivel físico, empleamos técnicas directas de entrenamiento para apoyarle en ese proceso de cambio, gestión de problemas o consecución de objetivos, para que pueda alcanzarlos de la mejor y más rápida forma posible, con sus propios recursos y habilidades.

Por último, vale la pena destacar que tratamos de emplear métodos cuantitativos para medir el progreso del trabajo realizado, y así reducir la variabilidad producida por los distintos estados de ánimo de la persona, esto es, podemos medir con exactitud, a través de métodos como el biofeedback, si un individuo está avanzando a medida que se trabaja un tema en concreto, a través de variables físicas que nos dan una idea muy aproximada del nivel de estrés, tranquilidad o estado físico de la persona en cuestión.

¿Tienes alguna duda o quieres consultarnos una situación en concreto? Contáctanos. Estaremos encantados de ayudarte!

Respira

Hace unos días una persona nos preguntaba cuales eran nuestras actividades para empresas. Al margen de las dinámicas de grupo que ofrecemos, le contesté «todas!» Y me respondió: «Incluso hasta las técnicas de meditación y respiración?», a lo que repliqué: «Esas son las más importantes!».

Normalmente no se ve la relación entre el alcanzar y permanecer en un estado de equilibrio a nivel personal con el mundo de la empresa o los grupos. Se sabe bien que el individuo es la base de toda organización y si este aporta tranquilidad y buen humor, el efecto contagio hará que la experiencia colectiva sea mucho más gratificante.

Hace unos meses impartí un taller de Introducción a GTD a un grupo de técnicos informáticos cuyo trabajo implica altos niveles de estrés y una exigencia importante a nivel físico y mental, y comenzamos con un sencillo ejercicio de respiración. Les pedí que cerraran los ojos y que simplemente siguieran el movimiento de su diafragma al inhalar y exhalar. Y así lo hicimos durante unos minutos, hasta que en el ambiente se percibió una atmósfera relajada y apta para el aprendizaje. Al final, muchos se acercaron y me manifestaron su sorpresa por haber conseguido un estado de tranquilidad en tan poco tiempo haciendo algo tan sencillo.

Respirar es sinónimo de vida, de energía, de flexibilidad, de ese constante movimiento de expansión y contracción que rige el universo. Cuando estamos alterados, nuestra respiración se hace poco profunda y rápida, y cuando nos relajamos (por ejemplo al dormir), nuestra respiración se hace profunda y pausada.

En momentos de tensión, hay una sencilla técnica que permite relajar nuestro cuerpo y mente de manera contundente: simplemente contamos nuestra respiración (1: inhalar, 2: exhalar, 3: inhalar, 4: exhalar…) y somos conscientes del movimiento del aliento por nuestra nariz. Si lo hacemos lentamente podremos analizar la situación con más objetividad y salir del estado de alerta que nos altera y pone de mal humor. Pruébalo!

Simplifica

En estos tiempos del ruido, como solía decir un actor de teatro colombiano, la simplicidad va más allá de ser una opción más para convertirse en una necesidad e incluso en una forma de vida. Cuantas veces nos vemos enfrentados a miles de decisiones para tareas sencillas como operar un teléfono, ver la televisión o buscar información en la red? Muchos sistemas han sido diseñados pensando en la eficiencia desde el punto de vista de la máquina y olvidando al usuario, lo que produce grandes cantidades de «micro-frustraciones» a lo largo de cada día.

El tener que aprender cómo funcionan muchos artefactos añade un grado más de tensión a nuestra de por si compleja existencia. Si las relaciones humanas son dificultosas en su mayoría, imaginen tener que atosigar nuestra mente con cada vez más información y tareas por hacer.

El cerebro humano es excelente correlacionando información y realizando tareas creativas, pero su capacidad para memorizar o retener datos es más bien limitada, así muchos sostengan lo contrario. Por lo que, si tenemos esta característica en cuenta, podremos aprovechar su capacidad al máximo minimizando sus «limitaciones».

Sin embargo, si nos tomamos el tiempo para analizar lo que hacemos e ir eliminando aquellas actividades que no «agregan valor» a nuestra existencia, tendremos una perspectiva más amplia del uso del tiempo y sobre todo, de la consecución de nuestros propios objetivos, sin vernos ahogados en una gran cantidad de pequeñas tareas que consumen toda nuestra atención.

Una buena manera de gestionar las tareas que tenemos o queremos que realizar a diario es manteniendo una lista por escrito. No se necesita nada complejo: simplemente papel y lápiz. Aquí anotaremos todo lo que nos ocupará la jornada para evitar olvidos o desórdenes en la ejecución. Sin embargo, dentro de estas tareas, hay muchas que son importantes y otras que son secundarias o de rutina. Dentro del primer grupo, es útil escoger las tres principales que haremos antes de que termine el día. Con esto, el sentimiento de frustración disminuirá y tendremos una sensación de logro que reforzará el uso de este mecanismo de organización, además de sentir que hemos hecho algo «para nosotros» cada jornada, ya que en ocasiones casi todas nuestras actividades están dirigidas a satisfacer las necesidades de otros o a cumplir con obligaciones que hemos adquirido con terceros.

Por último, la lista tiene un uso «colateral» bastante interesante, porque nos permite hacer una retrospectiva en el tiempo de las tareas que hemos ido realizando en los últimos días, semanas o meses. El repasar las actividades a posteriori normalmente nos permite detectar aquellas cosas que podríamos eliminar, posponer o reducir, para tener más tiempo para aquello que realmente nos interesa (esas 3 cosas importantes en el día). Algunas ideas sobre qué puede ir en esta «lista privilegiada de máximo 3 items» pueden ser: escribir una página de una novela, estudiar una hora un nuevo idioma, hacer una hora de ejercicio, estar con la familia, pasar 30 minutos a solas, meditar…